Ana lloraba un
día más de forma desconsolada., mirando un roto álbum de fotos, que recogía
sonrisas y felicidad de tiempos pasados, cuando la sombra del dinero abrazaba
el mapa de España.
Algunas estaban rajadas, precisamente en las que salía Manolo, quien compartía su vida. Llena de
dolor, se preparaba para el momento con el que el ser humano la había
sentenciado, dejar esos cuatro muros que le daban cobijo.
No podía comprender,
como alguien que no tiene para alimentar a carne de su carne, podía ser
desahuciado. Pero, de repente todo cambió. Paquita aporreaba la puerta: El
tijeritas del PP, le daba por fin una alegría: los desahucios se habían
paralizado en casos extremos.
Ismael Ruiz Pérez
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