Los familiares de las
víctimas del franquismo no olvidan a sus seres queridos. Muchas asociaciones de
la Memoria Histórica luchan por encontrar y enterrar dignamente a los
desaparecidos.
Arquímedes no iba a desperdiciar el último papel que recibía. Él sabía que no habría otra oportunidad, que esta era la única forma de comunicarse con su familia. “Un batallón de chinches corren por mis cabellos” escribió desde la cárcel intentando describir de una manera cómica su situación a la espera de una ejecución segura.
Aquí es donde comienza una historia de pérdida y encuentros.
Mari Carmen Morano leyó esa carta. Tras años de investigación con ayuda de la Asociación de la Memoria Historia de Chiclana y las anécdotas que le contaba su madre (hermana de Arquímedes), hoy sabe que su tío se encuentra enterrado en una fosa común en el Valle de los Caídos. Este había sido encerrado por ser hijo de “un rojo”, a pesar de que él nunca mostró su ideología.
Miles de historias como esta se encuentran todavía en una fosa común, desaparecidas para sus familiares, sin rastro. Los vencedores quisieron tacharlos del mapa pero la memoria colectiva no ha olvidado y mientras se recuerde no desaparecerán.
La Asociación de la Memoria histórica de Chiclana intenta homenajear a los hombres y mujeres que lucharon contra el régimen de Franco y perdieron.En el cementerio antiguo de la ciudad de Chiclana encontramos un monolito donde se recuerdan a cada uno de ellos por sus nombres y apellidos. Allí siempre hay flores para ellos.
Una de las
familias más implicadas en la búsqueda de su familiar en la provincia de Cádiz
es la de Diego Rodríguez Barbosa. Un obrero, escritor y anarquista, que fue
asesinado macabramente en 1936 por un grupo de falangistas.
José Luis
Gutiérrez Molina escribió un libro bibliográfico sobre Diego, donde incluyó datos,
fotos y algunas de sus novelas cortas que escribía en un periódico de la época.
Hoy en día
Barbosa se ha vuelto un referente para muchos
en las redes sociales pero a pesar de toda la información que se tiene
de Diego, su familia no ha podido averiguar dónde se encuentra su cuerpo.
“Ya han pasado
muchos años desde que terminó la Guerra Civil, la dictadura y se consolidó la
democracia; pero la memoria histórica
sigue dando problemas. Muchas personas no quieren que se busque en las fosas
comunes y esto crea un conflicto con los ciudadanos que desean encontrar a sus
seres queridos.” Nos cuenta Maricarmen, sobrina de Arquímedes.
“La historia ha
sido escrita desde el punto de vista de los vencedores, jamás se ha dejado hablar
a los que perdieron en esa cruel guerra” dice Leonor, colaboradora de la
Asociación de la Memoria Histórica de Chiclana.
“Nosotros no
queremos remover el pasado, no queremos crear otra Guerra Civil, solo deseamos
recuperar el cuerpo de nuestro abuelo para que podamos enterrarlo dignamente
junto con sus hijos y su mujer” dice Eugenio Morano, nieto de Diego.
Álvarez Junco,
escritor español y catedrático de historia de la Universidad Complutense de
Madrid participó en el desarrollo de la famosa ley de la Memoria Histórica y reconoce
que
“hay que encontrar a las personas desaparecidas durante la
Guerra Civil, darles sepultura y homenajearlas -cuando las familias así lo
deseen-y con ello cerrar un capítulo de nuestro pasado que ha estado
desatendido durante demasiado tiempo. Y cuando estén enterrados dignamente,
deberíamos dejar la memoria histórica como tema de estudio de los historiadores”.
En definitiva, poder cerrar heridas, esas que quedaron abiertas tras una guerra que enfrentó a un pueblo.
En definitiva, poder cerrar heridas, esas que quedaron abiertas tras una guerra que enfrentó a un pueblo.
Yolanda Fernández Morano
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