martes, 11 de diciembre de 2012

Memorias de un pueblo


Los familiares de las víctimas del franquismo no olvidan a sus seres queridos. Muchas asociaciones de la Memoria Histórica luchan por encontrar y enterrar dignamente a los desaparecidos.


Arquímedes no iba a desperdiciar el último papel que recibía. Él sabía que no habría otra oportunidad, que esta era la única forma de comunicarse con su familia. “Un batallón de chinches corren por mis cabellos” escribió desde la cárcel intentando describir de una manera cómica su situación a la espera de una ejecución segura.


Aquí es donde comienza una historia de pérdida y encuentros.
Mari Carmen Morano leyó esa carta. Tras años de investigación con ayuda de la Asociación de la Memoria Historia de Chiclana y las anécdotas que le contaba su madre (hermana de Arquímedes), hoy sabe que su tío se encuentra enterrado en una fosa común en el Valle de los Caídos. Este había sido encerrado por ser hijo de “un rojo”, a pesar de que él nunca mostró su ideología.
Miles de historias como esta se encuentran todavía en una fosa común, desaparecidas para sus familiares, sin rastro. Los vencedores quisieron tacharlos del mapa pero la memoria colectiva no ha olvidado y mientras se recuerde no desaparecerán.

La Asociación de la Memoria histórica de Chiclana intenta homenajear a los hombres y mujeres que lucharon contra el régimen de Franco y perdieron.En el cementerio antiguo de la ciudad de Chiclana encontramos un monolito donde se recuerdan a cada uno de ellos por sus nombres y apellidos. Allí siempre hay flores para ellos.


Una de las familias más implicadas en la búsqueda de su familiar en la provincia de Cádiz es  la de Diego Rodríguez Barbosa.  Un obrero, escritor y anarquista, que fue asesinado macabramente en 1936 por un grupo de falangistas.
José Luis Gutiérrez Molina escribió un libro bibliográfico sobre Diego, donde incluyó datos, fotos y algunas de sus novelas cortas que escribía en un periódico de la época.
Hoy en día Barbosa se ha vuelto un referente para muchos  en las redes sociales pero a pesar de toda la información que se tiene de Diego, su familia no ha podido averiguar dónde se encuentra su cuerpo.

“Ya han pasado muchos años desde que terminó la Guerra Civil, la dictadura y se consolidó la democracia;  pero la memoria histórica sigue dando problemas. Muchas personas no quieren que se busque en las fosas comunes y esto crea un conflicto con los ciudadanos que desean encontrar a sus seres queridos.” Nos cuenta Maricarmen, sobrina de Arquímedes.
“La historia ha sido escrita desde el punto de vista de los vencedores, jamás se ha dejado hablar a los que perdieron en esa cruel guerra” dice Leonor, colaboradora de la Asociación de la Memoria Histórica de Chiclana. 

“Nosotros no queremos remover el pasado, no queremos crear otra Guerra Civil, solo deseamos recuperar el cuerpo de nuestro abuelo para que podamos enterrarlo dignamente junto con sus hijos y su mujer” dice Eugenio Morano, nieto de Diego.

Álvarez Junco, escritor español y catedrático de historia de la Universidad Complutense de Madrid participó en el desarrollo de la famosa ley de la Memoria Histórica y reconoce  que
“hay que encontrar a las personas desaparecidas durante la Guerra Civil, darles sepultura y homenajearlas -cuando las familias así lo deseen-y con ello cerrar un capítulo de nuestro pasado que ha estado desatendido durante demasiado tiempo. Y cuando estén enterrados dignamente, deberíamos dejar la memoria histórica como tema de estudio de los historiadores”.
En definitiva, poder cerrar heridas, esas que quedaron abiertas tras una guerra que enfrentó a un pueblo.

Yolanda Fernández Morano


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